UN RECADO PAL MELQUI.

Puafff ¡paparruchas! tas tenio que equivocar, bella valquiria Astrid, ese recao era pal Pencho, que pa eso soy el duende más famoso y atractivorro del mundo entero.

Pal Melqui, pal Melqui ¡to pal Melqui! y a servidor que lo zurzan con aguja saquera e hilo de esparto ¡qué destino el mío, pardiez!

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Jajajajajajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

(Carcajada a quijada batiente )

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Mis muy queridos y nunca bien ponderados caballeros...

... De gallarda mirada, melena opulenta y aliento de jabalí, no es necesario disputarse la atención de las damas, que ambos con sus finas cualidades, nos tienen a todas sumidas en el sopor de los dardos de Cupido.



Mas algunas cosas hay que componer. No, mi Melqui querido, no fueron las yerbas, ni los brebajes, la evidencia estaba clara en mi bolsillo, esa tarjeta, esa misiva, inconfundible, definitiva. Por tanto ser la reina de tu casa no puedo, además, organizar tus calcetines no es lo que deseo.

Que esos bichos, te reclamaban como sangre de su sangre, goma de sus zapatos, remiendo de sus trapos, es cierto. De esto sólo tú puedes dar explicación mi dulce duende. Ahora tendrás que, al demonio rendir tus cuentas, con aquello que se te ha escapado: ¡la posibilidad de tener una suegra! Porque ello es peligroso, y pondrá al 'tenebroso' en terreno fangoso.

¡Pencho, Pencho, Pencho! ¿No has pensado, que no necesitas recado, para ser fervientemente buscado? Me consta. Las damas del bosque te buscan por doquier, sedientas de tus mezclas de licores y mentas. A tu vera llegan, las unas macilentas, las otras confundidas y aún otras más hasta arrepentidas, a buscar tu consejo, a que lidies con sus cuitas (y quién sabe qué más). Y más de una vez te he pillado con el impajaritable: '¡arriba, al centro y pa dentro!'.

Suya y de ustedes... esteeeee... no tan de ustedes... ahí por encimita... mejor dicho,

Atentamente,

La suscrita.

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Y no tiene agüela, er carcamal presumío del Melqui...

Aunque Melquíades se vista de seda, duende es y duende se quea.
refranitos a mi...

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Mi dulce duende,

A juzgar por tu parlamento y tu parentela, debo decir que tus prendas, más parecen gozar de la autenticidad de un pulguero, que de una butí de calidá. Mas, lo que obnubila mi desaliento, es imaginarte mi guapo y esbelto torbellino de pasiones, con tus piernecitas colgando de entre las anchas botamangas de los calzoncillos del Beckham.

Lo que sigue pa una reina de morada, no son las etiquetas, sino, tu habilidad de lavar tus propios trapitos, mi querido algodoncito de azúcar, porque ya huelo el tocino, de las intenciones de tus requiebros.

En cuanto al gorrito hecho de la lana de muchas alpacas... mmmm... ¡¡de razón el infierno es tan caliente!!



No siendo más el motivo de la presente...

jmjmjmjm....

Pues... saludos cordiales,

Yo.


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