Hay amores que...

Digame usted, señoría
si se puede detener
por traicionero, a un hombre
que ya no ama a una mujer

Defíname la condena
que se le puede imponer
a ese perverso delito
de no quererme querer

Por volverme casi loca
de amor, con su proceder
sumiéndome en sus pasiones
de lujurioso placer

Dígame usted, señoría
qué castigo ha de tener
matar por amor a un hombre
que no me quiere querer

¡¡¡Melquíades!!!


¿Lo está oyendo, señoría?
es el amante aranero
el que me colma de amor
abandonándome luego

Deténgalo por piedad
que resistirme no puedo
a la hipnótica llamada
de sus mágicos requiebros

Enciérrelo en las mazmorras
y nómbreme carcelero
del placer de sus caricias
y la pasión de sus besos

Impóngale la perpétua
amarrado a mi deseo
que si intentara escaparse
de amor lo mato y me muero.

Orden en la sala...

Difícil caso, pardiez
de pasiones desatadas
de si me dejas te mato
y si me quieres me matas

Dígame usted Don Melquíades
¿es verdad que la idolatra
que la ama con frenesí
p'a irse luego de parranda?

Dígame güena muje
¿qué hacermos al "tarambanas"?
quiere cumplir tu condena
¿p'a qué meterte en matanzas?
A ver, a ver... ¡orden en la sala!

¿Qué pasa con la meiguiña
metiendo tanta zizaña
no me diga que el Melquíades
también la ronda y la engaña?

Está mintiendo, señoría
conozco bien al bribón
sus ardides de tunante
su poder de elocución

me desdigo de lo dicho
y pido su ejecución
con una condena previa
de cien días sin amor

sin besos que lo enajenen
ni caricas sin pudor
sin esa locura extrema
que produce la pasión

no le conceda clemencia
es un hombre sin honor
que me mata de placer
y me roba la razón

Amigo Pencho, duende compañero,
¡Qué digo! ¡Señoría!... No haga caso
de las taimadas brujas, que en su ocaso
sólo desean encontrar un pero

contra mi amor. Si fuese yo un bombero
agitanado o lobo de mar craso,
un tío cachas, ricachón, si acaso,
no seguirían con su obrar artero.

Pero acepto que mi debilidad
son las damas del Sauce, de este foro,
con su donaire y singular beldad.

Y a pesar de que nunca me acaloro,
negar pasión sería mezquindad.
Compartamos, si quiere, este tesoro...

¡Será un caso sonoro!
Pencho y Melquíades, sin par rufianes:
crïado y tabernero barraganes.

Mis adoradas brujas, meigas y otras;
mi estimada Brujilda, siempre presta
para entablar una cansina guerra;
gitana simple cuyo "amor" me asombra;

dilecto Pencho que me ofreces copas;
caballeros y damas que hoy esperan
acalorado juicio con sentencia,
seré muy claro para que me oigan:

mi sirviente Melquíades, el duende,
es un fulano hortera y haragán,
un pobre amante o que se cree tal.

Si buscáis un adonis muy ardiente
acercad vuestro cuerpo a mi calor...
Disfrutaréis una especial pasión,

pues, al día de hoy,
meter en cama a un mundanal demonio
como yo, garantiza siempre el gozo,

que, además, cuesta poco:
una luz suave, una caricia cómplice
de nuestras damas, y que sean dóciles...

Acérquese Don Melquíades
a la barra, digo, estrado
-con la venia a los presentes
he de hablar al acusado-

"por nuestras juergas, zagal
simúlame gran respeto
de lo contrario, colega
se nos va a ver el plumero"

¡Ejem! sigo con la vista
¿alguna otra acusación
p'al insaciable Don Juan
sobre amores y traición?

¿Quizás algún alegato
en favor del gran tunante
que le pueda aligerar
perpétua tan extenuante?

¿Que el presunto es inocente
dice usted, Doña Esmeralda?
¡jure decir la verdad
sobre este libro de magia!

Y no cometa perjurio
para librar al bribón
aunque le haya prometido
locas noches de pasión

¡Válgame San Belcebú!
le toca hablar al Demonio
que tome nota el jurado
de su ardiente testimonio


Mas queda desestimada
tan falaz declaración
tachada de perorata
con fines de presunción

¡¡¡Doña Carmen del Bonaire!!!
la acuso de desacato
por ejercer coqueteos
de modo tan descarado


Un respeto, mi Brujilda
a tu duende enamorado
también de juez imparcial
los celos me están matando

Excelentísimo señor letrado,
juez honorable de esta causa absurda;
señores legos que estudiáis tan burda
denuncia, como miembros del jurado.

Este proceso es más que inadecuado,
pues dejáis que una imagen os aturda...
En el amor hay que aplicar la zurda
porque nadie está libre de pecado.

Sólo la clementísima Ethz-Ilá,
mi Diosa amada de bondad eterna,
en cosas del querer juzga y gobierna.

Que nosotros sus hijos, ¡ojalá!,
sepamos perdonar al penitente,
para alegría de esta buena gente.

Por fin, mi insaciable amante
ahí quería yo verte
sintiendo lo que se siente
cuando no quieren quererte