Acaso en ese lugar, sus pasos resonaron un día a la par, sintiendo en la piel que se pertenecían, se reconocieron en una mirada, pero siguieron cada uno su camino.
Acaso hablaban el mismo idioma de la infancia, tenían los mismos códigos, pero había que seguir mirando hacia adelante, dejando cada pedacito de recuerdos guardados en una maleta.
La lejana melodía de un tango, y un resignado suspiro, le hicieron recordar, que nada ya es igual, que todo cambia. Y que querer revivir, patios y malvones solo era una parodia, una fachada sin la esencia del ayer.
Aunque las historias se repiten, las costumbres se heredan, nadie es igual a nadie, ni nada es como era.
El desencuentro que marco el destino, el exilio, el barrio de los paraísos en flor, todo quedo lejos, y la mirada se rebela impotente, ante cada partida. El corazón se estruja ante un jazminero que ya no está, en un patio que ya es solo nostalgia.
Perfume del naranjo en flor, recuerdo triste de un amor
que se ha perdido con el tiempo...
En la vieja casona, había una escalera de caracol, en el rellano solía escribir mis primeros poemas, mientras el ventanal de Vitro, desparramaba sus colores en los escalones y las paredes, con el pincel de aquel sol que iluminaba la adolescencia.
Cerca del cielo estaba la terraza, custodiada por las macetas de malvones, un naranjo y un duraznero, que florecían en la primavera alegrando las gastadas baldosas, de tantos pasos perdidos.
Desde la terraza miraba pasar la vida, la gente del barrio de Palermo, y escuchaba las campanadas de la Iglesia de Guadalupe, anunciando las horas que pasaban lentas y felices, en ese mundo sin exilios
El almacén de la esquina, iluminaba con su farol mortecino, las noches de verano, donde en la esquina un galán recostado en la pared esperaba a la piba, para alejarse tomados de la mano, para buscar las sombras cómplices del primer beso.
Un perfume de jazmín del país, llegaba desde algún patio, con sus flores blancas, siguiendo los pasos de aquel que se fue para siempre
Luces y sombras, se quedaron en las voces perdidas en la noche, pero al amanecer, todo volvía a renacer, como la vida misma.