Mi pasión secreta.

Fue lo primero que vi al despertarme, la tenia tan cerca... La rocé con mis dedos en suave caricia. Ni se inmutó, estaba absorta, indiferente, como dormida.

--¡Buenos días reina mia! ¿Has descansado bien? ¡Yo que me alegro!.

Mi monólogo apenas oíble, no esperaba respuesta, era un leve murmullo mimoso y de admiración.

Me levanté de la cama, somñolienta, fui a la cocina, puse la cafetera al fuego y corrí al baño. Un rápido aseo, un poco de colonia y un buen cepillado de pelo.
Mi café ya bufaba perfumando la casa con su intenso aroma...¡Voy mi negro! Me serví una buena cantidad del excitante y humeante líquido y volví al dormitorio. Dejé la taza de café en la mesita, me acerqué a ella, juguetona y, muuuuua…¡un besito para animarla!.

--Tu sabes, que esto me gusta hacerlo por las noches, pero hoy es un día especial y te necesito ahora mismito.
La tomé entre mis manos, me gustaba mirarla, comprobar que estaba bien, que no había sufrido daño alguno, que seguía tan admirable como la primera vez.
Mi mano derecha se deslizó lenta y hábilmente hacia el extremo, lo agarró suavemente y buscó el punto de acople.

Tomé un buen sorbo de café, encendí un cigarro y me recreé admirándola. No dejaba de tocarla, con suavidad y sumo cuidado. Sonreí picarona: ya notaba su actividad. ¡Sabía que respondería! ¡Como siempre!
Acabé el café y el cigarro, me situé frente a ella, la cogí con firmeza y comencé a imprimirle un delicado y rítmico movimiento hacia delante y hacia atrás, hacia delante y hacia atrás...
No había duda, estaba a punto. Mi juguetón dedo pulgar presionó insistente sobre aquel mágico y sensible botón que, irremediablemente, la hacía manar, cual torrente turbulento, su cálido fluido.
La acerqué a mi cara y con inmenso placer dejé que mi boca y mi piel, avariciosas, absorbieran ávidas, hasta la última gota del caliente…
¡Dicen que es bueno para el cutis!

Hechas las comprobaciones rutinarias, mi maravillosa plancha y yo estábamos listas y dispuestas a acabar con el montón de ropa arrugada más grande del mundo mundial. Que dicho sea de paso, mi montón fijo que era siempre el más grande.

Muuuuua... Otro beso que le daba yo al mango de mi plancha.
Eres lo mejorcico de mi casa ¡Salerosa! Pero qué bien planchas, corasón. Voy a ser la mejor planchá de la boda ¡ole! ¡ole!
.
Ayyyy, que sería de mí, sin ti, reina mia.

¡Qué divertido Mim!

Desde ahora miraré a "mi odiada plancha" con otro ojos, a ver si eso me sirve para utilizarla de vez en cuando.
¡Qué cosas tiene mi bruja!

Gracias por vuestras sonrisas, mis queridos seres fantásticos.

-Sí, meiguiña, sí, o se le da caña a la imaginación o no hay quien pueda con ellos.

-No me tientes, Melquíades, que tengo yo un hechizo secreto para convertir a duendecillos pillastres en planchas mágicas, queee... ¡No me tientes!

- Sí que lo es, Julieta, a mí siempre me hace reír... hasta que agarro la plancha. :mad:

- Tampoco la mires demasiado bien, Des, no vaya a ser que te embruje y te dé por tomarle cariño.

jajajajajajajajaja qué grande!! xD
me tenías desconcertada... todo el rato pensando "pero qué está haciendo esta muhé?" lo que me he podido reir...
deberían inventar un chisme que sacara la ropa lavada, seca, planchada y doblada... o no??

Yo iba a lo que iba ... pero me tuve que poner a planchar

Mismamente, Tormenta, mismamente, alguien tendría que inventarlo.
El brujo que lo inventase, buen embrujador será...

Es que servidora, por más que lo intenta a escobazos, o con pócimas nuevas, que no hay manera ¡remurciélagos!